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LA QUÍMICA SEXUAL EN LA TERCERA EDAD… ¿EXISTE?

La química sexual se asociada con la juventud y la vitalidad, siendo un tema que despierta curiosidad y debate en todas las etapas de la vida.

Sin embargo, en la tercera edad, esta química puede adoptar nuevas dimensiones, influenciada por factores biológicos, emocionales y sociales.

A medida que vamos envejeciendo, nuestros cuerpos y mentes experimentan cambios significativos que pueden afectar la atracción y el deseo sexual.

Mi amiga Anita vive aislada en su apartamento y rehúsa compartir con un varón porque teme que este la critique por su protuberante barriga y la cuantiosa celulitis que tienen sus muslos.

Y siempre le decimos que en vez de ser víctima del ‘qué dirán’ que salga con nosotras al gym y disfrute de la vida mientras mejora la opinión de sí misma. Ningún varón es perfecto y cuando la chispa se prende entre dos, resulta fácil negociar las imperfecciones.

Aquí vamos a explorar cómo la química sexual se transforma en nuestros años de maduritas, centrándonos en la parte emocional y física que puede resuscitar la pasión y la conexión entre las parejas.

A través de testimonios de personas mayores, descubriremos que la sexualidad no solo es posible en esta etapa de la vida, sino que también puede ser una experiencia rica y gratificante, llena de nuevas oportunidades para el amor y la intimidad.

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¿Y cómo se transforma la química sexual en la tercera edad?

La transformación de la química sexual en la tercera edad es un fenómeno complejo que implica cambios fisiológicos, emocionales y sociales.

A medida que envejecemos, experimentamos variaciones en el deseo sexual y en la forma en que nos relacionamos íntimamente, lo que puede ser influenciado por factores como la salud física, el nivel hormonal y las dinámicas con nuestras parejas entre otros.

Cambios fisiológicos y las opciones

Los cambios en nuestro cuerpo son inevitables con la edad. En los hombres, la disminución de la testosterona puede llevar a una reducción en la libido y a problemas como la disfunción eréctil, que afecta a un porcentaje significativo de hombres mayores de 70 años.

Mas sin embargo,  lo más que escuchamos por ahí es en relación con el cambio en la mujer debido a su nivel hormonal.

Susi me dice que ya está cansada de escuchar eso y sentirse señalada por algo por lo cual ella no tiene culpa. “Mejor me quedo en casa, veo Netflix tranquila y me masturbo cuando me de la gana.” Suena razonable…

Ya sabemos que en nosotras las mujeres, la menopausia trae consigo una disminución de hormonas que puede resultar en sequedad vaginal y otros cambios que afectan la respuesta sexual.

Sin embargo, estos cambios no significan que la sexualidad deba cesar; de hecho, muchas personas mayores continúan disfrutando de una vida sexual activa y satisfactoria.

Hago hincapié también en que esa sexualidad no tiene por qué limitarse al coito ya que la penetración es solo una parte de la sexualidad.

Hoy día tenemos tantas opciones para disfrutar de nuestra sexualidad… desde disfrutar de juguetes sexuales a escondidas en casa hasta aplicaciones en línea que prometen tantas maravillas, que da miedo.

Aspectos emocionales y sociales

La percepción social de la sexualidad en la tercera edad a menudo está marcada por tabúes y estigmas, lo que puede llevar a la creencia errónea de que las entraditas en años somos asexuales.

Sin embargo, estudios indican que un tercio de las personas de 50 años en adelante sigue siendo sexualmente activa. Considera que la comunicación abierta entre parejas sobre sus necesidades y deseos es fundamental para mantener una vida sexual saludable en esta etapa.

Adaptaciones necesarias

Para mantener la intimidad, es esencial realizar adaptaciones. Esto puede incluir el uso de lubricantes para contrarrestar la sequedad vaginal y la práctica de estimulación prolongada, que ayuda a mejorar la respuesta sexual.

Asimismo, es importante, llevar un estilo de vida saludable, que incluya ejercicios y una dieta equilibrada, porque esto puede tener un impacto positivo en la salud sexual.

Las adaptaciones también son importantísimas cuando hayas sufrido un trauma en tu juventud que marcó la manera en que ves la sexualidad.

Eso le sucedió a nuestra amiga Alejandra quien salió con un bandolero que la obligó a sostener coito anal lastimándola brutalmente. Un trauma que no ha logrado superar aun a sus 67 años.

La intervención por un profesional de la salud mental en estos casos es imprescindible. Evitaría la nefasta repercusión que un evento como este tiene en la vida de la mujer, en especial la vida sexual.

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Un nuevo comienzo después de los 50, 60 o 70

Clara había llegado a sus 60 años con un cúmulo de experiencias que la habían moldeado en la mujer fuerte y sabia que era. Madre de dos hijos ya adultos, había dedicado gran parte de su vida a la familia y a su carrera.

Sin embargo, con el nido vacío, Clara comenzó a reflexionar sobre lo que realmente quería para sí misma. La pregunta que la inquietaba era simple, pero profunda: “¿Qué hay de mí?”.

Un día, mientras hojeaba una revista en su cafetería favorita, Clara se topó con un artículo que hablaba sobre la vida sexual después de los 50. Las palabras resonaban en su interior: “La intimidad puede florecer en cualquier etapa de la vida”. Decidió que quería explorar esa posibilidad, así que comenzó a hacer algunos cambios pequeños pero significativos.

Primero, se inscribió en una clase de yoga que ofrecía un enfoque en la conexión cuerpo-mente. A través de estas sesiones, Clara no sólo aumentó su flexibilidad, sino que también se sintió renovada en su cuerpo y su espíritu.

Se dio cuenta de que la autoconfianza era la clave para abrirse a nuevas experiencias.

Nuevas amistades → nuevas conexiones

Con una floreciente perspectiva, Clara decidió participar en actividades sociales. Se unió a un grupo de caminatas en el parque, donde conoció a otras personas en una etapa similar de vida.

Entre risas y charlas, se percató de que no estaba sola en su deseo de reconectar con su sexualidad. Una de sus nuevas amigas, Laura, le habló sobre su hermano que recién había enviudado y los presentó.

Decidida a no dejar que el miedo a entrar en una nueva relación la detuviera, Clara aceptó conocerlo y así comenzó una nueva historia de amor en su vida.

Vamos aprendiendo → El encuentro sexual y su carga afectiva.

El primer encuentro

Después de algunas semanas de intercambiar mensajes, Clara decidió reunir el valor para conocer a Roberto, un apasionado viajero de 59 años que estaba ansioso por explorar el mundo.

Se encontraron en un encantador restaurante, y la conversación fluyó de manera natural. Ambos compartían similares pasiones: el arte, la música y, sobre todo, el deseo de disfrutar cada momento.

El primer encuentro fue liberador. Clara se sintió viva y deseada, algo que no había experimentado en años. A medida que su relación creció, también lo hizo su nivel de intimidad.

Cada cita se sentía como una nueva aventura, y Clara se dio cuenta de que no solo estaba disfrutando de la compañía de Roberto, sino también redescubriendo su propia sexualidad.

Volviendo a conectar

Con el tiempo, juntos exploraron diferentes aspectos de la intimidad. Clara redescubrió que la comunicación era esencial. Hablaban abiertamente sobre sus deseos, inquietudes y lo que querían en la cama.

Clara aprendió que no había prisa y que cada momento podía ser significativo y placentero. La vulnerabilidad se convirtió en su aliada, permitiéndoles disfrutar de una conexión más profunda.

Roberto, a su vez, mostró respeto y admiración por la experiencia de Clara. Era un recordatorio constante de que la intimidad no se basa únicamente en lo físico; está compuesta por la conexión emocional y el entendimiento mutuo.

Manteniendo la vitalidad

Clara no solo se preocupó por su vida sexual; también comenzó a cuidar de su salud en general. Se comprometió a mantener un estilo de vida activo, alimentándose de manera saludable y haciendo ejercicios regularmente.

Quería asegurarse de que su cuerpo estuviera en la mejor forma posible para disfrutar de la vida plenamente, incluyendo su vida sexual.

Ella aprendió sobre la importancia del autoconocimiento: explorar su propio cuerpo, entender lo que le gustaba y comunicárselo a Roberto. A medida que se sentía más cómoda en su piel, su vida sexual se volvió más satisfactoria y emocionante.

Lo necesitas saber →Sexo para maduritas y cómo hacerlo sin que les duela.

La nueva normalidad

Con el tiempo, la relación de Clara y Roberto se consolidó. Disfrutaban de escapadas románticas y de noches acogedoras, y su vida sexual floreció sin cesar.

Clara se dio cuenta de que la intimidad no tenía límite de edad; era una esfera que podía expandirse y enriquecerse con el tiempo. Ya podía hablar confiadamente de su necesidad de lubricantes vaginales sin miedo a que el hombre la juzgara por estar mas seca que una pasa…😊

Finalmente, Clara comprendió que vivir una vida sexual activa después de los 60 o 70 no solo era posible, sino que también podría ser una de las etapas más gratificantes de su vida. Rompió las barreras sociales que le habían hecho creer que el deseo y la intimidad eran cosas del pasado.

Clara estaba lista para continuar explorando, decidió nunca dejarse limitar por su edad, y siempre abierta a lo que la vida le ofreciera.

Su historia se convirtió en un faro de esperanza y renovación, recordando a otros que la pasión y la conexión no conocen límites de edad. La vida, como el amor, siempre puede florecer de nuevo.

La química sexual en nuestra vejez se transforma, pero no desaparece. Con el enfoque adecuado y el apoyo necesario, las personas mayores pueden disfrutar de relaciones íntimas satisfactorias y significativas, desafiando los mitos que rodean la sexualidad en esta etapa de nuestra vida.

¿Y tú, qué opinas? ¿Estas satisfecha o tienes miedo?

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