
En la vida nos vamos a encontrar con muchas situaciones que desafían nuestra comprensión y ponen a prueba los límites emocionales. Una de las situaciones más dolorosas, es cuando tu pareja no logra establecer vínculos afectivos con tus hijos.
Este es un escenario, que además de estar cargado de complejidad, genera un caos emocional y decenas de emociones encontradas que van desde la tristeza hasta la ira y la frustración.
Y siendo que ..cada uno sabe donde le aprieta el zapato…según el viejo proverbio, es necesario sopeses los detalles del malestar para saber por dónde entrarle…
Un tema tan complejo merece una historia de referencia para poder evaluar la magnitud del problema. Por eso, para comprender mejor esta dinámica, consideré que era el momento de hablar de Valeria y Rafael.
Valeria, es una madre de dos muchachos adolescentes, y conoció a Rafael unos meses después de un tortuoso divorcio.
Rafael, es un hombre maduro que por decisión propia prefiere tener el tema de los hijos en stand by.
Cuando iniciaron la etapa del coqueteo todo estaba claro, Valeria tenía sus hijos y de vez en cuando salían juntos a comer, al cine y hasta a reuniones familiares.
Pero, a medida que pasaba el tiempo, ella notó que Rafael mostraba gestos como de rechazo, de hecho, hacía comentarios pesados con referencia a sus hijos.
Al pasar los meses, las interacciones se volvieron tensas, y cada vez era más insoportable estar juntos. Obviamente, no había muestras de afecto y todos terminaban discutiendo. Valeria, se sentía atrapada en un dilema desgarrador: el amor por su pareja y el amor incondicional por sus hijos.
¿Qué harías tú en este caso?
Hay personas que son radicales, y sin pesar sacan de su vida a su pareja dejando un vacío interno enorme, pero otras tratan de mediar para que todo fluya de forma natural.
En lo personal pienso que si eso me ocurriera buscaría las causas del rechazo. Quizás haya algunas razones detrás de dicho rechazo que podría darme las herramientas para lograr una conciliación.
Escuchando muchos casos, aprendí que no se trata de no querer a los hijos, sino de simple celos, inseguridad y la dificultad para afrontar roles parentales.
Aunque, pueden existir otras razones como que no está de acuerdo con el estilo de crianza que aplicas o incluso la falta de empatía hacia lo que sienten los hijos viendo un extraño llegar a su hogar y pernoctando con su madre.
De cualquier forma hay que ir indagando para ver cuál es la realidad de la situación.
En el proceso, debes ponerte tu mejor traje de objetividad, y practicar la imparcialidad (mientras puedas). Es determinante que recuerdes que cada individuo es un universo único, con sus propias experiencias, heridas pasadas y patrones de comportamiento.
Lo que para algunos puede resultar natural y sencillo, para otros puede representar un desafío abrumador. La falta de afinidad con los hijos de la pareja no siempre es sinónimo de maldad o egoísmo; a menudo, es el reflejo de una lucha interna que la persona no sabe cómo gestionar.
La peor herencia para tus hijos…repetir patrones…
¡Vas a navegar en aguas turbulentas!
Nadie dijo que iba a ser fácil, aunque cada proceso es diferente, es importante tener un canal de comunicación abierto y sin juzgar escuchar lo que tu pareja te expresa.
Debes tener cuidado con no caer en acusaciones o victimismo, la idea es buscar un diálogo constructivo. Escuchar activamente a la pareja, te hará comprender cuál es su posición, y por supuesto, no dejes a un lado a tus hijos, como madre te toca defender su bienestar emocional.
Se torna aún más difícil cuando ese hombre tiende al silencio y rechaza el dialogar sobre lo que siente.
Si tu no has logrado encontrar las causas después de intentar una conversación clara y directa, entonces te sugiero buscar terapia de pareja o familiar.
Poner sobre la mesa ese reto delante de un profesional te servirá de mucha ayuda, porque de esta manera van a identificar el problema y van a tener herramientas para afrontarlos.
Muchas veces ese terapeuta pedirá hablar a solas con cada uno de la pareja para que se puedan expresar libremente.
El terror a la soledad y como liberarte.
Recuerda que un profesional capacitado puede facilitar la comunicación, mediar en los conflictos y ayudar a construir puentes de entendimiento y respeto mutuo.
Sin embargo, en situaciones donde el rechazo es persistente, dañino o incluso abusivo, es crucial establecer límites claros y priorizar la seguridad y el bienestar de nuestros hijos.
A veces, la decisión más difícil y valiente es alejarse de una relación que compromete la felicidad y la estabilidad de nuestra familia.
Si la pareja sigue mostrándose desinteresada o reacia a involucrarse en la vida de tus hijos, podría ser un indicativo de que existen diferencias fundamentales que no se lograrán resolver.
En estos casos, analizar el futuro de la relación se vuelve crucial. No se trata de elegir entre el amor romántico y la responsabilidad parental, sino de encontrar un equilibrio que beneficie a todos.
¡Y si él no quiere, no eres tú la que lo vas a obligar! Pal’ karajete la relación entonces…
Este artículo te esclarecerá más el tema→ ¿Quién es primero, pareja o mis hijos de una previa relación?
Soluciones mágicas y recetas universales…
El rechazo de una pareja hacia nuestros hijos es una herida profunda que requiere tiempo, paciencia y amor para sanar.
No hay soluciones mágicas ni recetas universales. Cada situación es única y demanda una respuesta personalizada. Sin embargo, hay un mensaje que resuena con fuerza: el amor incondicional de un padre o una madre hacia sus hijos es un faro que ilumina el camino, una fuerza que nos impulsa a protegerlos y defenderlos ante cualquier adversidad.
¡La mayoría de las madres nunca sacrificarían la felicidad y el bienestar de sus hijos por una relación que no parece alinearse con sus necesidades! Al final, la verdadera felicidad reside en un entorno donde todos se sientan amados y aceptados.
Tus hijos no se merecen que en su entorno haya una persona que los descalifique, los ignore o haga comentarios negativos hacia su persona, más aún cuando a ti te ha costado sangre, sudor y lágrimas lograr que sean felices y amados.
Si este es tu caso, y tu pareja no quiere a tus hijos y lo has intentado todo incluyendo asistir a terapia, entonces sé determinante.
No tengas miedo de tomar decisiones que prioricen a tu familia, y recuerda que el amor, el respeto y la paciencia son la clave para disfrutar de una existencia feliz. Y siempre tendrás la oportunidad de que el amor entre a tu vida, sin signos de toxicidad.
Amate a ti y a tus hijos primero. Todo lo otro viene después.
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