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¿REALMENTE SOY TAN VIEJA COMO ME SIENTO?

Vivimos en una sociedad donde la imagen de la juventud se ensalza y se asocia con el éxito y la vitalidad. Es sorprendente descubrir que muchas mujeres, a pesar de estar en la flor de la vida, se sienten inusitadamente viejas por dentro.

Este fenómeno, que trasciende la mera cifra de años que marca el calendario, plantea importantes preguntas sobre la identidad, la autoaceptación y las presiones sociales que enfrentamos.

Estamos hablando aquí de una mujer de menos de 40 años que no padece de enfermedades que le resten su vitalidad y que no sufra de un nivel de estrés altísimo, situaciones que tienden a provocar la sensación de vejez en cualquier persona.

Necesitamos aprender de la situación de esas mujeres que, arrastran consigo la sensación de sentirse viejas a pesar de su juvenil apariencia.

A través del relato de una amiga, intentaremos desentrañar las complejidades de esta experiencia y ofrecer un faro de esperanza para quienes se encuentran atrapadas entre la juventud física y la sensación de un envejecimiento prematuro.

¿Qué significa realmente sentirse “vieja” cuando estamos lejos de ello y cómo podemos reconciliar esas impropias emociones con la realidad de nuestras vidas?

Me siento vieja…y no sé qué hacer

En un campito al oeste de la isla, vivía Viviana , una mujer de 38 años. A simple vista, era una mujer llena de vida; su risa resonaba en cada rincón del hogar, y su energía parecía inagotable. Sin embargo, en lo más profundo de su ser, Viviana se sentía vieja, marchita, como si los años hubieran pasado sobre ella dejando una pesada carga.

Desde pequeña, siempre fue muy responsable, aquella que se preocupaba por los demás antes de cuidarse a sí misma. Sus amigos la llamaban “la madre del grupo”, a pesar de que aún no había alcanzado la treintena.

Viviana disfrutaba de cuidar a los suyos, organizando eventos, escuchando sus problemas y brindando apoyo incondicional, pero con el tiempo, esa actitud altruista se volvió un peso.

Comenzó a sentir que su propia juventud se deslizaba entre sus dedos mientras se dedicaba a resolver la vida de los demás.

Un día, tras una larga jornada de trabajo y de ayudar a una amiga en una mudanza, Viviana se miró al espejo. No era solo el cansancio en sus ojos; era un reflejo de su alma.

Sintió que su esencia había envejecido demasiado rápido. Decidió que necesitaba cambiar.

Por suerte no entró en los complejos ‘porqués’ de su situación haciendo más fácil su transición a una vida más equilibrada.

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Preparándose para el cambio

Así fue como, después de una noche de insomnio y reconsideraciones, Valeria decidió hacer una lista. Una lista de metas que quería lograr, experiencias que había pospuesto por sentirse responsable de otros quería volver a sentir la chispa de la vida, esa que alguna vez la llenó de entusiasmo y sueños.

Comenzó con pequeños pasos, inscribiéndose en clases de pintura, algo que siempre había deseado hacer. Al principio, se sentía torpe y fuera de lugar entre los colores y los pinceles, pero con cada trazo que daba, algo dentro de ella comenzaba a despertarse.

Así conoció a nuevas personas, cada una con historias distintas que compartían la misma pasión por el arte.

Con el tiempo, Viviana se aventuró a disfrutar del turismo interno, visitando lugares en la isla que había deseado conocer.

Recorrió la montaña que siempre había observado desde la distancia y, al adentrase en sus verdes caminos, sintió una mezcla de felicidad y liberación que hacía tiempo no experimentaba.

Allí, se sintió renacer; la brisa suave acariciaba su rostro y la vista le hizo comprender que la vida estaba llena de posibilidades.

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Viviana aprendió que no se trataba de correr contra el tiempo, sino de vivir cada momento de manera plena. Su esencia rejuveneció con cada nueva experiencia, con cada risa compartida y con cada visualización de la belleza de su entorno.

Reconoció que el envejecimiento era más que un número; era una actitud.

¿Y cómo rejuvenecer el alma?

En ocasiones enfrentamos desafíos y momentos de estrés que pueden pesar sobre nuestra alma, dejándonos con una sensación de agotamiento y desconexión…haciéndonos sentir (como le pasaba a Viviana) viejas por dentro.

Rejuvenecer emocionalmente es un proceso que nos permitirá reconectar con nuestra esencia, redescubrir la alegría y la paz interior.

Ahora te compartimos algunas estrategias para lograrlo:

1. Sé agradecida

La gratitud es una poderosa herramienta que puede transformar la perspectiva de la vida. Dedica unos minutos cada día a reflexionar sobre las cosas por las que estás agradecida.

Puedes llevar un diario de gratitud, donde anotes al menos tres cosas positivas que te hayan sucedido ese día. Esta práctica no solo aumenta el bienestar emocional, sino que también ayuda a cultivar una mentalidad positiva.

2. Conecta con la naturaleza

La naturaleza tiene un efecto revitalizador en el alma. Salir al aire libre, respirar aire fresco y disfrutar de un entorno natural puede reabastecer nuestra energía y mejorar nuestro estado de ánimo.

Ya sea un paseo por el parque, una caminata por el bosque o simplemente observar las estrellas en una noche cualquiera. Tomar tiempo para disfrutar de la belleza natural puede ser una forma efectiva de recargar nuestras baterías emociones.

3. Medita y practica la atención plena

La meditación y la atención plena son prácticas que nos ayudan a calmarnos y a estar presentes en el momento. Dedica unos minutos cada día a meditar, concentrándote en tu respiración y dejando que los pensamientos fluyan sin juicio.

Esta práctica puede reducir el estrés y la ansiedad, permitiéndonos reconectar con nuestro interior y rejuvenecer el alma.

Sabemos que lo has escuchado mil veces pero muchas no lo ponen en práctica perdiendo la oportunidad de una gloriosa experiencia que sanará muchas de esas sensaciones malsanas que merodean en nuestro interior.

4. Disfruta de relaciones significativas

Las conexiones humanas son esenciales para nuestro bienestar emocional. Dedica tiempo a fortalecer tus relaciones con amigos y seres queridos.

El sostener conversaciones significativas y compartir risas pueden aliviar la carga emocional y enriquecer tu vida. Rodéate de personas que te inspiren y te motiven a ser la mejor versión de ti misma.

Recuerda eliminar las personas negativas de tu entorno que solo empañan tu sensación de bienestar.

5. Explora tus pasiones

La vida es más vibrante cuando nos dedicamos a lo que amamos. Tómate el tiempo para explorar tus pasiones y hobbies, ya sea pintar, tocar un instrumento, escribir, cocinar o chinchorrear, cualquier actividad que despierte tu entusiasmo.

La creatividad y la autoexpresión son poderosos rejuvenecedores del alma, que nos permiten liberarnos del estrés y encontrar alegría en el día a día.

6. Aprende a decir que no

Para rejuvenecer el alma, es fundamental aprender a decir “no” y establecer límites saludables en nuestras vidas. Al hacerlo, protegemos nuestro tiempo y energía, permitiéndonos enfocarnos en lo que realmente importa.

Aprende a priorizar tu bienestar, alejándote de relaciones tóxicas y ambientes que drenan tu energía.

7. Cuida de tu cuerpo

El bienestar físico y emocional están profundamente relacionados. Mantener una alimentación equilibrada, realizar actividad física regular y dormir lo suficiente son fundamentales para revitalizar el alma.

Cuando cuidamos de nuestro cuerpo, nos sentimos más enérgicas y optimistas, lo que contribuye a un estado mental más saludable. Sentirnos bellas a cualquier edad es la sensación más deliciosa que podrías experimentar. ¡No la dejes pasar!

Y siempre recuerda que eres única…

Rejuvenecer el alma es un viaje personal y único para cada individuo. Implementar estas prácticas en tu rutina diaria puede ayudarte a reconectar contigo misma, encontrar paz y alegría en la vida. La sensación de tu juventud regresará a tu alma y le sonreirás a tu espejo.

Toma en cuenta que el proceso puede llevar tiempo, pero cada paso que des hacia el autocuidado y la autocompasión te acercará a un alma rejuvenecida y resiliente. ¡Empieza hoy y redescubre la magia que hay dentro de ti!

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